1. Por la “seguridad”: En los bancos colombianos no permiten hablar por teléfono celular, para evitar que alguien organice un atraco desde la fila. Por lo visto los jefes de seguridad ignoran que existen diminutos audífonos bluetooth para evitar poner las manos en el teléfono, o que por medio de un mensaje de texto –cosa que sí permiten hacer- también es posible comunicarse. En la sucursal de Bancolombia de la 72 debajo de la 7, en Bogotá, acompañé a mi papá a consignar plata. Mientras él estaba en la fila, yo me quedé parado por ahí y ocasionalmente daba algunos pasos. Un celador se me acercó y me dijo que tenía que ponerme en la fila así no tuviera que hacer una transacción, dado que el que controlaba las cámaras se estaba poniendo nervioso. ¿Acaso es mi culpa que yo sea tan sexy como para poner nervioso a un celador voyeur que le pide a su subordinado que me quite de su vista? ¡Maldito roscón, hay una buena razón por la cual te gusta el poder y usar uniformes apretados!
2. Por las filas: ¿Por qué carajo la fila para los titulares de cuenta siempre es más lenta? ¿Por qué si hay cinco ventanillas sólo funcionan dos? ¿No están en el mejor momento de su historia y en Uribelandia manan ríos de leche y miel? ¡Creen entonces 3 nuevos empleos en cada sucursal y no me pongan a hacer fila, pedorros!.
3. Por el 4 por 1000: Los bancos, al menos en Colombia, son el único negocio que sostenemos obligatoriamente a pesar de que son un negocio privado. En 1999, cuando estaban a punto de irse al carajo, el demonio le mandó de regalo a los banqueros el terremoto del Eje Cafetero. Se creó el impuesto del 2 x 1000 para pagar la reconstrucción de las viviendas y negocios de nuestros compatriotas. Hasta ahí todo bien. Pero luego ese impuesto se convirtió en un 3 x 1000 y luego en un 4 x 1000. Ahora, dicen, la economía, dicen, está en su mejor momento, pero seguimos teniendo el tal impuesto, un interés irrisorio en nuestras cuentas de ahorro, unas cuotas de manejo y unos impuestos a las tarjetas de crédito que no los tienen ni en Japón ni en Escandinavia, y la directora de Asobancaria tiene la cachaza de decir que los bancos colombianos apenas ganan lo justo. Eso sí, el gobierno no decretó ningún impuesto para salvar la vivienda de la gente que la perdió durante la crisis, ni para aliviar la situación de todos los negocios que tuvieron que cerrar entre la época de Samper y Pastrana. Ya sé que no nos van a devolver la plata, pero ojalá que a los que sólo pensaron en salvarle el trasero a los bancos y a nadie más, les den unas almorranas y una potra genital de esas que sólo aparecen en los libros de medicina.
2 comentarios:
aaaaaaaaaaaaaaaaajajajajajajajajajaja
lo lograste, ñopa.
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