31/10/2008

Y sí, este es uno de mis placeres



Nunca, ni por curiosidad, he encendido un cigarrillo y aspiro a seguir así. Los cigarrillos huelen a mierda y la bareta huele a chichí. La verdad es que no sé que le ven de chévere. Pero creo que si algo lo reconcilia a uno con la vida es ver un mico fumando. Alguna vez, cuando apenas era un embrión de periodista en mi primer trabajo, se me ocurrio decir que si me ganara el baloto, lo primero que haría con mi dinero, después de las cosas obvias (una buena casa, unas buenas inversiones, un buen viaje, caridad, etc.) , sería conseguir un mico que fumara, o mejor aún, uno que no lo hiciera y que alguien le enseñara para filmar el proceso. Aún hoy, seis años después, me la siguen montando con el episodio.
Pero después de ver esto, espero que al menos una persona entienda mi sentimiento. Un mico fumando es un fenómeno tan triste y decadente, pero a la vez tan divertido, que a uno se le divide el corazón entre el respeto a la naturaleza y el amor lo paila. Porque, seamos serios, si un perro fuma, no es tan chistoso.