27/09/2010

Cómo congelé (literalmente) mis deudas

Estoy en la fase final del pago de una deuda manejable. Pero al igual que una pulga, el problema no es el tamaño sino lo molesta que resulta. Para evitar la tentación de usar las tarjetas de crédito he decidido congelarlas. Literalmente. Después, las llevaré al congelador de una persona de confianza, donde habrán de reposar hasta el día en que las necesite. E incluso, cuando crea necesitarlas, eso implicará ir hasta otra casa, sacar el bloque de hielo del congelador y esperar a que éste se derrita. Así, voy a tener suficiente tiempo para pensar si realmente es necesario usarlas. En dos meses ya habré pagado por completo una y en tres, la otra. Antes del 31 de diciembre voy a cancelar una de las dos y quedarme sólo con una, que no pienso usar sino en ocasiones excepcionales y por bajas cantidades, de manera que nunca tenga que pagar en más de dos cuotas. La regla principal será que si quiero algo más o menos costoso, me aguanto las ganas, ahorro y pago en efectivo.

Pero ahora sí, manos a la obra.

INGREDIENTES
  • Tarjetas de crédito
  • Cubeta de hielo
  • Bolsa plástica sellable
  • Recipiente plástico con tapa 

PREPARACIÓN

1. Meta las tarjetas en la bolsa, aplane con la mano para sacar el aire y selle.






2. Haga una base con cubos de hielo.


3. Ponga la bolsa sobre la base.




4. Ponga una segunda capa de hielo.


5. Añada agua y cierre el recipiente.




6. Métalo en el congelador.


7. Cierre y disfrute.