9/12/2008

Mis problemas de la A a la Z. Problema J: Jarabes

Quizá en otra ocasión ya había hecho referencia a la Emulsión de Scott, pero es que no puedo pasar por la jota sin profundizar en algo que me perturba tanto, que es de esas cosas que puedo decir “cuando yo tenga hijos, no voy a ser así”.
Intentaré, a menos que un médico con más cartones que un tugurio me indique lo contrario, no darle ninguna clase de jarabe al fruto del vientre de aquella en la que deposite mi mala semilla.
Los jarabes son unas de esas vainas que deberían estar destinadas sólo para el uso neonatal o de niños que presenten un lamentable y avanzadísimo estado de desnutrición.
Uno podría pensar que a los niños les dan jarabe, a pesar de su asqueroso sabor, porque bajan más fácil. ¡Falso!, los niños comen de todo: tierra, pilas, fichas de Lego, llaves, canicas, botones, monedas y la mayoría de veces no sólo sobreviven sino que reinciden, con lo cual queda muy claro que no les debe quedar muy difícil pasarse entera una inocente gragea recubierta.
Voy a mi trauma concreto. Cuando era niño, a mi mamá se le ocurrió que era buenísimo darme emulsión de Scott, ese jarabe con textura de sabajón, pero con sabor a aceite de hígado de bacalao. El caso es que en mi casa, el aceite de hígado de bacalao venía en dos presentaciones: jarabe para mí, y grageas para mi papá y mi mamá.
Nunca he tenido una conversación seria con ellos pero ahora que mis 31 añejos me dan la madurez para enfrentar este trauma, debería reunirlos y aclarar este horrible episodio de mi pasado.

Finalistas: Las Jimenas y los Javieres cuando escriben su nombre con X.

31/10/2008

Y sí, este es uno de mis placeres



Nunca, ni por curiosidad, he encendido un cigarrillo y aspiro a seguir así. Los cigarrillos huelen a mierda y la bareta huele a chichí. La verdad es que no sé que le ven de chévere. Pero creo que si algo lo reconcilia a uno con la vida es ver un mico fumando. Alguna vez, cuando apenas era un embrión de periodista en mi primer trabajo, se me ocurrio decir que si me ganara el baloto, lo primero que haría con mi dinero, después de las cosas obvias (una buena casa, unas buenas inversiones, un buen viaje, caridad, etc.) , sería conseguir un mico que fumara, o mejor aún, uno que no lo hiciera y que alguien le enseñara para filmar el proceso. Aún hoy, seis años después, me la siguen montando con el episodio.
Pero después de ver esto, espero que al menos una persona entienda mi sentimiento. Un mico fumando es un fenómeno tan triste y decadente, pero a la vez tan divertido, que a uno se le divide el corazón entre el respeto a la naturaleza y el amor lo paila. Porque, seamos serios, si un perro fuma, no es tan chistoso.

30/09/2008

Mis problemas de la A a la Z. Problema I: Inducciones

Todos hemos sido nuevos en alguna vaina. Pero pocas veces se siente uno tan nuevo como cuando llega a la universidad o como cuando se cambia de trabajo. Por eso, los departamentos de bienestar universitario y de recursos humanos le facilitan a uno la vida. Y sí, son útiles en la medida en que le indican a uno cómo sacar un libro de la biblioteca, en dónde se piden los certificados para cualquier efecto, a quién se le pasa la carta para pedir vacaciones o qué le pasa a uno si lo cogen bajando música pirata mediante esa versión de Limewire que uno, ingeniosamente, logró instalar en su PC sin permiso de los de tecnología.

Lo terrible de las inducciones es que a uno nunca le informan sobre lo caspa que es el portero de la biblioteca, de la cifra astronómica que le cobran por el certificado, de la poca disposición del jefe para otorgar vacaciones o del escándalo que se le arma cuando se den cuenta de que usted no está bajando música sino porno (a un amigo mío le castigaron la conexión a internet durante un mes).

Por otra parte, las inducciones –sobre todo las grupales- son campo fértil para las abominables dinámicas de integración, en las cuales -en el mejor de los casos- uno tiene que participar en una especie de carrera de observación interna para conocer algunos de los vericuetos físicos o institucionales del sitio. En el peor de los casos, lo ponen a uno a aprenderse el himno de la empresa (¿por qué una empresa debería tener himno ¡¿ah?!), a escribir por grupos un acróstico en un papelógrafo en el que cada letra represente una virtud o una aspiración, y otras vainas así.

Por culpa de una inducción –la de la universidad- viví uno de los episodios más risibles de mi vida, aunque para la pobre víctima fue extremadamente vergonzoso. Y dice:

Era una seca mañana de julio. Abarrotábamos el auditorio Luis Carlos Galán de la universidad Javeriana poco más de 100 primíparos de comunicación, dispuestos a que nos dividieran en nuestros grupos de inducción para los siguientes 5 días. Empezaron a repartir premios basados en categorías estúpidas. Yo obtuve el premio “Ratón de biblioteca” por ser el primíparo que entró con el ICFES más alto (incluía un lápiz y dos boletas para ir a un concierto de la filarmónica y eso sí fue chévere, aunque mi fama de ñoño quedó firmemente cimentada desde el primer día). Lo realmente grave sucedió cuando empezaron a decir en voz alta los nombres de las personas y sus grupos. Cuando empezaron a armar el grupo 5, dijeron: “Juan Pablo Valencia, Álvaro Velandia...” y así sucesivamente.

Hasta que dijeron “Franklin Laureano Acuña Melo”. Una risa que los más discretos intentaron enmudecer con la mano llenó el auditorio. Lo peor fue que como el personaje no aparecía, volvieron a decir “Franklin Laureano Acuña Melo”. Un muchacho delgado y vestido de negro se levantó y caminó hacia donde estaba su grupo. Las risas volvieron a sonar, un poco más apagadas porque ahora el nombre tenía una cara y un cuerpo presente. Para eso sirven las inducciones.

Para eso, y para que le den a uno algunos consejos extremadamente útiles, como los de seguridad que da la ONU a sus funcionarios, independientemente de que ejerzan en una oficina en Bogotá o en el pueblo más minado de Colombia. Unas perlitas (100% verídicas):

  • No intente imitar las técnicas de conducción que ha visto en las películas de James Bond.
  • Nunca guarde como recuerdo partes de minas o de munición.
  • Si tiene que hacer sus necesidades, hágalas en la carretera.
Por eso es que las inducciones se me hacen tan charras. Porque lo único que a uno le queda claro es la misión y la visión del organismo, pero detalles del por qué la taza de uno siempre acaba en otro escritorio, son cosas que pertenecen a la dimensión desconocida.

Finalistas: Inmolaciones, Idilios, Impresionismo

9/09/2008

Mis problemas de la A a la Z. Problema H : Hipnosis regresiva

Pocas cosas por H me causan problema, pero si tuviera que escoger algo, sin duda sería la hipnosis regresiva.

Recuerdo un programa de Radioactiva en el que en el horario familiar de las 23.30, o quizá más tarde, hipnotizaban a alguien. Normalmente, era alguno de los locutores de la misma emisora los que se prestaban para la demostración (?), que corría a cargo de un “experto”. Se supone que era experto en hacer que la gente descubriera quién había sido en una vida anterior, pero a mi me huele que este timador sabía más de sexar pollitos que de adivinar el pasado remoto.

Después de los procedimientos de rutina (“Relájate. Respira profundo. Cuando cuente tres, vas a quedar dormida”), la locutora empieza a responder todo lo que el hipnotizador le pregunta.

Así, la niña descubría que en el pasado fue un judío en un campo de concentración nazi, y que formó parte de la corte de María Antonieta. La lista de sandeces seguía, y si bien la locutora de voz sexy nunca llegó al extremo de haber sido Napoleón, Leonardo da Vinci u otro candidato a biografía gorda en libro de pasta dura, sus vidas pasadas sí coincidían con momentos de alta importancia histórica.

Además, siempre era europea. La nena nunca cultivó papas con los muiscas, ni fue aguatera en la Bogotá colonial o guaricha en algún lupanar de La Habana.

Lo terrible es que un espectáculo similar ocurría en televisión y en otros espacios de radio. Todos europeos, todos en algún momento de importancia.

Por eso es que esta vaina no me la mamo y a estos vergajos deberían procesarlos por estafa.

Finalistas: Hembros, Hombreras, Hurras

30/08/2008

Mis problemas de la A a la Z. Problema G: Gimnasios

No faltará quien diga en esta ocasión que con qué autoridad moral voy a hablar yo de deporte y estado físico. Durante toda mi vida he huido del deporte y de las matemáticas tanto como me ha sido posible y, si bien no puedo negar su importancia, son dos cosas que no van mucho conmigo.

Un gimnasio es una de esas vainas que uno dice “¿pa qué?”. Normalmente, una rutina suele empezar con una media hora de ejercicio cardiovascular, que es un nombre atrapabobos para “correr” o "montar en bicicleta", actividades que uno puede realizar de manera gratuita en el parque más cercano a su residencia.

Algún avispado a medio camino entre antropólogo y experto en mercadeo dirá que al gimnasio en realidad no se va a correr (disculpen, a “hacer actividad cardiovascular), sino a exponerse y a hacer relaciones sociales. Hasta cierto punto, puede tener razón por una serie de motivos que –dado el carácter imbécil de este blog– no expondré, pero, de verdad, mi idea de relación social no pasa por la interacción con gente a medio vestir, sudando y jadeando. Bueno, lo de sudando y jadeando funciona divinamente para la interacción social cuando se carece de ropa, pero eso es otra historia, que será contada en otra ocasión).

Estoy seguro de que en las facultades de mercadeo deben tener montada alguna materia alrededor de los gimnasios y el agua embotellada, que son, ni más ni menos, los dos negocios que prueban de mejor manera cómo se puede crear una necesidad en donde tal necesidad ya estaba satisfecha. Y hay que ver la cantidad de agua embotellada que se consume en los gimnasios.

Me jode que en los gimasios pongan música. Normalmente, la gente que tiene para pagar un gimnasio tiene para pagarse un iPod o cualquier otro chéchere que tenga tropecientos gigabytes de capaciad, así que si uno quiere hacer cardiovascular al ritmo de Fruko y sus Tesos, Defecation o la más oscura suite para viola da gamba de Jean-Baptiste Lully, no tiene por qué mamarse a Proyecto Uno, DJ Tiësto o Naty Botero.

En fin, el día que vuelva a hacer ejercicio, saldré a uno de los bellos parques de mi barrio, trotaré con mi iPod, saludaré a los viejitos que salen a caminar en sudadera y bufanda, y quizá, en una de esas, me inviten a comer queso en el toldo de una de las esquinas. Eso es mejor que ver a unos tipos y a unas viejas que se juran divinos y que no invitan a ni mierda.

Finalistas: Ginebra (el trago, no la ciudad), Guaqueros, Garrapatas.

30/07/2008

El mejor plan



A veces la vida nos da bellas sorpresas así estas vengan un poco tarde. Hoy descubrí que el 18 de abril se estrenó Zombie Strippers, una de esas porquerías que nutren mi espíritu cualquier noche de viernes.

La ex estrella del porno Jenna Jameson y Robert Englund (sí, Freddy Krueger) son los protagonistas. La película se trata de lo siguiente: Cuando una agencia secreta del gobierno gringo deja escapar un virus mortal que causa la reanimación de los muertos, el primer lugar en recibirlo es Rhino’s, una whiskería en donde una de las strippers queda infectada y se convierte en un ser sobrenatural y comecarne -lo que, por algún motivo que tendré que descubrir cuando al fin pueda ver esta basura hace que se vuelva la sensación del lugar. Algunas de sus compañeras se ven tentadas por esa nueva vida (o muerte) y deben decidir si unirse o atacar. También actúan estrellas rutilantes de la serie B como Roxy Saint (de la banda gótica Roxy Saint and the Blackouts) y el campeón de lucha Ultimate Tito Ortiz.



En serio, esta película lo tiene casi todo. Una leyenda del porno en una película en la que no se empelota (tanto) y en la que se le ve todo el botox, una leyenda del cine de terror sin su personaje emblemático, mujeres en bikini armadas con escopetas y asediadas por zombis, y un luchador.

¿Que más le puedo pedir a la vida?

21/07/2008

La letra G no es para Gotham

Aunque no lo lleve a flor de piel, soy fanático de Batman. Me encanta que en español, Gotham City se llame ciudad Gótica. Es una adaptación un libre de una palabra que en sí misma no significa nada. En fin, quizá no exista en el planeta una sola ciudad que se llame así, pero en Turquía, localizada en 37°52′N 41°10′E (si tienen Google Earth o Google Maps vayan allá), existe una ciudad llamada BATMAN. Tal como lo leen.

Wikipedia en español la presenta así: "Batman es la capital de Batman, la provincia del mismo nombre, y se encuentra en el Sureste de Turquía, a unos 540 msnm. En 2003 la ciudad tenía una población de 266.100 habitantes. Es una importante área productora de petróleo con refinerías, con una producción de 22.000 barriles diarios."

Como lo indican las fotos, Batman tiene su propio sitio en internet, bastante choneto, por cierto, al que pueden acceder aquí.

No deja de ser interesante que en el sitio de internet una de las fotos en las que se puede ver con mayor claridad una persona sea precisamente la de una enmascarada.

Me pregunto muchas cosas:

  • ¿Cuál será el gentilicio?
  • ¿Cómo será el escudo de la ciudad?
  • ¿Cómo habrá sido el estreno de la película en Batman?
  • Si un niño se disfraza de Batman en Batman ¿equivale a que yo me disfrace de Bogotá en Bogotá?
  • Si yo fuera un buen dibujante y creara un superhéroe, ¿lo llamaría Bogotá?
  • ¿Quién será el tipo más adinerado de Batman?
  • ¿A qué carajos se dedicará la señora de la foto cuando no está en el cultivo?
En fin, ya se sabe que en Batman lo que abundan son los secretos y los enigmas. Algo que sí está clarísimo, es que en la página de Batman anuncian, de entrada, las cuevas. Me pregunto si las de Turquía también tendrán batitubos.

17/03/2008

¿Aló? Te llamo desde el infierno

No sé si con la aparición del iPhone se haya llegado a una de las cimas de la telefonía celular, que en cuestión de meses siempre sale con algún avance.

De lo que sí estoy seguro es que con el Angel Phone no sólo hubo un retroceso, sino que se llegó a profundidades abisales, a los más oscuros dominios del Hades. Ahí perdonarán.



12/03/2008

Mis problemas de la A a la Z. Problema F: Francófilos

Ah, Francia. Digan lo que digan, los franceses la supieron hacer.

Los gringos podrán despotricar todo lo que quieran de los franceses, pero ahí tendrán por siempre la Estatua de la Libertad, totalmente Fabriqué en France.

También lograron poner el nombre de su país en una invención hecha por sus vecinos: las papas a la francesa, que en realidad son tan belgas como Tintín y las almejas que se comen en la Grande Place de Bruselas.

Tienen una semana laboral de 35 horas y un periodo de vacaciones de cinco semanas (y, según el tipo de contacto, se pueden convertir en 7 en virtud de una vaina llamada Reduction du Temps de Travail). Chévere la vida, que emoción tan amarilla (para ellos) y qué envidia tan verde (para uno). Eso, por el lado bueno. Pero si tuviera que escoger algo realmente detestable de Francia, sería el grupito de los francófilos. Identificarlos es muy fácil:

  • Normalmente, estarán en la Alianza Francesa de cada ciudad (aunque allí también hay mucha gente que va a aprender francés, ojo).
  • Les matan las bufandas.
  • El cine de Hollywood les parece una mierda después de que han visto una o dos películas de Truffaut.
  • Se sienten realizados tomando café.
  • Idealizan a París. Para los que no han ido, les cuento lo siguiente: la subida a Montmartre tiene graffitis a granel; Jean-Pierre Jeunet limpió todo el mugre de las paredes para la idílica Amélie. Durante la mayor parte de su historia, París, ciudad del Louvre y de Notre-Dame, ha sido la capital europea de las cacas de perro. Una visita a París sin pisar mierda no está completa. De tal tamaño llegó a ser el problema (y los bollos) que en 2002 la alcaldía tuvo que tomar cartas en el asunto. Ou la la.
  • Por último, dado que la popó está tan entrañablemente ligada a París, es posible que eso sea lo que impulsa a los francófilos de dos pesos a mirar al resto de la humanidad como una caca.

Ya sé que los franceses no tienen la culpa de tener francófilos. Pero los equipos de fútbol tampoco tienen la culpa de que sus hinchas sean unas garras y aún así, a veces toman medidas al respecto para intentar meterlos en cintura.

Finalistas: Filminas, Fórmica, Foamy.

25/01/2008

Mis problemas de la A a la Z. Problema E: Ejecutivos

En algún momento de la historia de la lengua castellana, particularmente en Colombia, la palabra “ejecutivo” empezó a usarse para un montón de cosas que poco tenían que ver con aquello a lo que la palabreja pretendía aludir: lo exclusivo, cosmopolita o superior en cualquier sentido.

Antes de que en Colombia se pusiera de moda lo ejecutivo, Manolito, el amigo de Mafalda, ya había descubierto el uso publicitario de la palabra para vender aceitunas, líchigo o cualquier cosa que se le pasara por esa cabecita cuadrada con peinado de cepillo.

En Colombia, el almuerzo ejecutivo es una cosa que no está salida precisamente del caldero de Alain Ducasse, sino que puede contener combinaciones tan sanas como pasta con arroz, tajada y huevo, la piedra angular de una alimentación con poca fibra y escasez de vitaminas y proteínas. La pasta, por supuesto ha sido cocinada en agua con un chorrito de aceite –dizque para que no se pegue-. En las mesas puede haber una botellita de salsa de tomate rendida en agua para aderezar el desfile de harinas.

Lo otro es el servicio ejecutivo ofrecido por las busetas, cuyo aviso dice “no se admiten pasajeros de pie”. Obviamente, el anuncio no sólo no se cumple, sino que la norma de marras está avalada por el código de tránsito.

Al impedir que vayan pasajeros de pie, se requieren más buses en las calles, así que adivinen quienes estuvieron en el origen de la norma.

La cereza en este pastel para ejecutivos la pone el todopoderoso bus ejecutivo.

Si por “ejecutivo” usted entiende que se trata de un bus que casi nunca lavan, ni barren, en el que crece el musgo en los marcos de las ventanas, cuyo tubo de escape parece diseñado por un ingeniero nazi de manera que el gas inunde la cabina, el bus ejecutivo bogotano cumple con esos y otros requerimientos.

Por todo lo anterior, aquí va un consejo para los administradores, mercadotecnistas, administradores y afines: si aceptan un trabajo en una empresa, no dejen por nada que les chanten la palabra “ejecutivo” en su cargo. Nada de “gerente ejecutivo”, “asistente” ejecutivo” o simplemente “ejecutivo”. A menos, claro está que lo que usted quiera sea que lo asocien con una las consecuencias de una mareada de plato de arroz, tajada y huevo ejecutada en un hediondo bus bogotano.

Finalistas: Enaguas, Extras noticiosos, EPS, ETS