Pero hay algo que no entiendo. ¿Cuál es la obsesión de algunos colombianos de todos los estratos -principalmente de la región andina- con Argentina? (O mejor dicho, con Buenos Aires)
Vamos por partes.
1. Buenos Aires es una cosa y el resto de Argentina es otra. Un breve paseo por los barrios de la periferia de Buenos Aires le recuerda a cualquiera que no todos en Argentina tienen pinta de europeítos y, mucho menos, el poder adquisitivo de la Unión Europea -esto lo digo para los que con sus patrones racistas creen que parecer europeo es algo bueno por sí mismo-.
En cuanto al acento, sólo hace falta oír hablar a un cordobés o a un tucumano para darse cuenta de que Argentina es un país enorme con diferentes identidades y que los porteños son apenas una de ellas.
Si alguien duda de lo anterior, puede confirmarlo con el mapa.
Si le da pereza el mapa pero tiene alma de mamerto (un segmento de la población que sufre de mal de vereda agudo -ver punto 4), ponga una canción de Mercedes Sosa para que note su carencia de acento porteño.
2. Copiamos lo que podemos de Argentina, pero no lo que deberíamos:
El caso de mostrar es el del fútbol. El comentarista
deportivo Carlos Antonio Vélez, oriundo de Manizales, insiste en poner
un tonito porteño en sus narraciones y comentarios.
Que se sepa, el señor Vélez no es hijo de argentinos ni pasó en ese país una parte importante de su vida como para decir que se le pegó el acento.
Las barras de los estadios, particularmente en Bogotá, toman himnos de los estadios argentinos, les cambian las letras para que digan "Santafé" o "Millos" y listo.
¿Por qué en lugar de copiar cancioncitas o acentos, no podemos entrenar a nuestros jugadores de fútbol para que jueguen como Riquelme, Verón, Mascherano o cualquier otro?
A punta de cancioncitas y acentos no vamos a ganar ningún campeonato.
3. Los "clásicos": Otra entrada futbolística. No falta el locutor deportivo que dice que un partido Colombia-Argentina es un clásico. Qué pena, pero no. Un clásico es Argentina-Brasil, Italia-Alemania, o cualquier otro partido en el que intervengan selecciones en las que haya al menos dos copas mundiales.
Sí, sí, sí, Colombia tuvo una racha de buen fútbol en los años 90, y el 5-0 fue emocionante -aunque sólo fue una batalla gloriosa de una guerra que terminó por perderse. Esto del "clásico" es otro intento por igualarnos con palabras y no con hechos.
4. El mal de vereda: Según el blog
El juglar del Zipa, la segunda acepción que define este mal es: "Actitud generalizada del pueblo colombiano frente al argentino que se manifiesta como una desproporcionada admiración. Por ejemplo: «Matías, cuando te digo que puedes ser modelo, presentador de espectáculos, comentarista deportivo, locutor de radio y televisión, actor, futbolista, músico, director de arte, creativo publicitario o parrillero profesional en Colombia con solo mostrar tu pasaporte no te estoy mamando gallo»".
Este parece ser un secreto más o menos bien guardado entre algunos argentinos que hay en Colombia y que no quieren que el país se inunde de compatriotas varados en busca de trabajo. Si algún cartonero en Argentina está leyendo esto, queda advertido. Si usted quiere seguir recogiendo cartones en lugar de venir aquí a que le besen los pies, es culpa suya.
Así pues, Matías y su coterráneo cartonero tienen un gran futuro en Colombia.
Es cierto que Argentina es el país de Gardel, Fontanarrosa, Quino, Cortázar, Borges, Valeria Mazza, Maradona -exclusivamente en su faceta de futbolista-, la mejor carne del mundo y una pizzas mejores que las de Italia. Pero también es el país de Susana Giménez, Galtieri, la Noche del10, la Junta, la Triple A, Grande Pa, la pizza de Ugis y, peor aún, de la cumbia villera (que tiene de cumbia lo que el churrasco de Guarinocito tiene de churrasco).
* * *
Finalistas: Antioquia, Almanaque Bristol, Asociaciones de Padres de Familia, Aeropuertos.Ya le llegará su turno a París y a Miami, porque en la próxima entrega me voy con todo contra la letra B.
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