
Eso no quiere decir que este refugio de la idiotez, la pailera y el desocupe se vaya a refinar. Por el contrario, va a degenerar sustancialmente.
Vuelve La curuba desde una ciudad sin curubas, brevas ni papayuelas.
Eso sí, aquí hay muchos edificios que usan el ladrillo a la vista como material de enchape, algo que, al menos superficialmente, me recuerda a Bogotá. Pero no tengo nostalgia. Afortunadamente, puedo vivir sin ajiaco y sin oir vallenato en las busetas. Y sin oir a Julito.
Estoy hecho una marrana de tanto tomar cerveza y por eso no voy a poner foto.
Además, este blog no es sobre mí, sino sobre las estupideces que ocurren a mi alrededor.
Fuera de trabajar, estos últimos meses he leído un par de cosas, pero les recomiendo a Chuck Palahniuk y a la revista Vice.
Si no les suena ningún nombre, Palahniuk es el autor de El club de la pelea, de donde salió la película de Fincher, y la revista Vice, bueno, su título es lo suficientemente claro. Nos vemos la próxima semana.