
Era un día de venta de culonas
aquí en Bucaramanga
y ese día... una famosa y célebre matrona
llegó a donde ese bicho se vendía.
¿A cómo las hormigas, caballero?,
preguntóle con voz dominadora,
y presuroso contestó el ventero:
A ochenta mil la libra, mi señora.
¿A ochenta mil la libra? ¡Qué descaro!
¿A ochenta mil la libra? ¡Intolerable!
¡qué animalito para estar más caro!,
no me parece un precio razonable.
Mas... la dama pensando en la rebaja
le propuso al ventero con presteza:
¡Oiga señor!, ¿a cómo me las deja
quitándoles a los bichos la cabeza?
El ventero se irritó profundamente
al oir tan exótica propuesta
y a la dama arrogante y exigente
le dio esta filosófica respuesta:
La hormiguita de aquí de Santander,
perdone que le diga con franqueza,
se cotiza, al igual que la mujer,
por lo demás... y no por la cabeza.