15/10/2009

Oír por oír

Es chévere cuando la gente habla de las cosas que le gusta. Por ejemplo, como cuando lo explican los de Phoenix. Dura 70 minutos, perfectos para oir mientras del cielo de Bogotá caen hasta truchas.

MUSICVISION PHOENIX from Guillaume Delaperriere on Vimeo.



Esta es toda la lista de canciones.

01 – Blue monday people / Curtis Mayfield
02 – Can’t let go / Evie Sands
03 – Sell your love / Iggy Pop & James Williamson
04 – Flash forward / Serge Gainsbourg
05 – I’m glad you’re mine / Al Green
06 – Don’t turn the light on, leave me alone / CAN
07 – Mesopotamia / The B-52’s
08 – Ruby don’t take your love to town / Kenny Rogers
09 – Slow night, slow long / Kings of Leon
10 – Leur plaisir sans moi / Jane Birkin
11 – In and out of the shadows / Dion
12 – Victory garden / The Red Krayola
13 – Escape from New-York main title / John Carpenter
14 – We almost lost Detroit / Gil Scott Heron & Brian Jackson
15 – Darlin’ / The Beach Boys
16 – Peace like a river / Paul Simon
17 – A song for you / Gram Parsons
18 – The fairest of the seasons / Nico
19 – Who was that masked man / Van Morrison
20 – La smortina / Coro della SAT
21 – City lights / Phoenix

6/10/2009

In vino veritas

Nunca en mi mugre vida había tomado whisky sello azul. Una botella de Johnnie Walker puede estar cerca de los 230 dólares, por no hablar de una de la misma marca referencia King George V, que se consigue por módicos 545. En ambos casos son botellas de 750 ml. El trago es una delicia sobre todo cuando no es uno que lo paga.

En todo caso, puedo decir que hoy acabo mi día con una botella de 200 ml de sello azul en mis manos, después de ir por casualidad a un evento de Johnnie Walker, donde estaban presentes, el embajador de JW (sí, ese es el cargo del señor) y el diseñador Bill Amberg, un par de ingleses pinchadísimos, al lado de los cuales Anthony Hopkins en “Lo que queda del día” parece el más burdo de los patanes.

En fin, el sello azul es una delicia. No hace falta tomar mucho para sentirse satisfecho y el sabor y el olor son, de verdad, memorables. Uno siente cómo el líquido va empapando cada papila y como va tocando cada tubo del aparato digestivo. Creo que lo guardaré para una ocasión muy especial, para tomármelo con muy poquita gente, porque la verdad es que no tengo ninguna intención de gastarme medio millón de pesos en una botella de trago.

Lo cual me lleva a lo siguiente: Está bien guardar una buena botella de alcohol para ocasiones especiales, pero no hay que esclavizarse por ello. A finales de enero compré una botella de un rioja delicioso con el fin de descorcharla un par de días después en una ocasión especial. Era un El Coto, cosecha 2004 (y no, no siempre el vino es mejor con los años. Hay unos vinos jóvenes que son cam-pe-o-nes. Pero en otra ocasión escribiré de eso). Pero la ocasión se dañó. Y apenas el domingo recordé que tenía la botella. Estaba solo en mi apartamento, en calzoncillos y con una camiseta publicitaria.

Preparé una infeliz pasta con salsa boloñesa, que me comí con un deleite infinito acompañada por dos vasos de mi amado rioja. Sí, en vaso. Sí, en calzoncillos. Sí, solo. Pero con la felicidad del hombre libre.