25/09/2007

Mis problemas de la A a la Z. Problema B: Bancos

Perdonarán la extensión de esta entrada, pero es que estos vergajos son la bestia de siete cabezas del Apocalipsis. Algunos dirán que son un mal necesario, pero la cosa es peor.

1. Por la “seguridad”: En los bancos colombianos no permiten hablar por teléfono celular, para evitar que alguien organice un atraco desde la fila. Por lo visto los jefes de seguridad ignoran que existen diminutos audífonos bluetooth para evitar poner las manos en el teléfono, o que por medio de un mensaje de texto –cosa que sí permiten hacer- también es posible comunicarse. En la sucursal de Bancolombia de la 72 debajo de la 7, en Bogotá, acompañé a mi papá a consignar plata. Mientras él estaba en la fila, yo me quedé parado por ahí y ocasionalmente daba algunos pasos. Un celador se me acercó y me dijo que tenía que ponerme en la fila así no tuviera que hacer una transacción, dado que el que controlaba las cámaras se estaba poniendo nervioso. ¿Acaso es mi culpa que yo sea tan sexy como para poner nervioso a un celador voyeur que le pide a su subordinado que me quite de su vista? ¡Maldito roscón, hay una buena razón por la cual te gusta el poder y usar uniformes apretados!

2. Por las filas: ¿Por qué carajo la fila para los titulares de cuenta siempre es más lenta? ¿Por qué si hay cinco ventanillas sólo funcionan dos? ¿No están en el mejor momento de su historia y en Uribelandia manan ríos de leche y miel? ¡Creen entonces 3 nuevos empleos en cada sucursal y no me pongan a hacer fila, pedorros!.

3. Por el 4 por 1000: Los bancos, al menos en Colombia, son el único negocio que sostenemos obligatoriamente a pesar de que son un negocio privado. En 1999, cuando estaban a punto de irse al carajo, el demonio le mandó de regalo a los banqueros el terremoto del Eje Cafetero. Se creó el impuesto del 2 x 1000 para pagar la reconstrucción de las viviendas y negocios de nuestros compatriotas. Hasta ahí todo bien. Pero luego ese impuesto se convirtió en un 3 x 1000 y luego en un 4 x 1000. Ahora, dicen, la economía, dicen, está en su mejor momento, pero seguimos teniendo el tal impuesto, un interés irrisorio en nuestras cuentas de ahorro, unas cuotas de manejo y unos impuestos a las tarjetas de crédito que no los tienen ni en Japón ni en Escandinavia, y la directora de Asobancaria tiene la cachaza de decir que los bancos colombianos apenas ganan lo justo. Eso sí, el gobierno no decretó ningún impuesto para salvar la vivienda de la gente que la perdió durante la crisis, ni para aliviar la situación de todos los negocios que tuvieron que cerrar entre la época de Samper y Pastrana. Ya sé que no nos van a devolver la plata, pero ojalá que a los que sólo pensaron en salvarle el trasero a los bancos y a nadie más, les den unas almorranas y una potra genital de esas que sólo aparecen en los libros de medicina.

Finalistas: Balleneras del reinado de Cartagena, Bofe, Bicicletas estáticas.

14/09/2007

Comercio electrónico

No, esto no es una caca amarrada con una cinta para entregársela a la ex como recompensa. Se trata del Puro del desespero, vendido en la tienda virtual del Indio Amazónico. Ojo, el nombre del producto es real y muy acertado, pues hay que estar realmente desesperado para gastar 50 dólares en un puro de dudosa pureza que, la única suerte que cambiará –en el mejor de los casos- es la de los moscos y los bichos que se le arrimen al usuario.


Por supuesto, debe usted fumarlo con fruición o con encono
(según a lo que le sepa el tabaco-bollo) y echar humo por la nariz como si estuviera poseído por el mismísimo Verriondo.

El siguiente objeto es el Perfume buena suerte, también vendido por el emprendedor Indio. Este pachulí debe usarse “los días martes y viernes”, según las precisas indicaciones del fabricante. El por qué de esos días no se explica.

Eso sí, los dermatólogos van a estar felices porque los miércoles y los sábados, quienes se asperjen el mejunje, llenarán los consultorios en busca de alguna pomada formulada para que les quite el atroz carranchín que les escuece en donde se hayan echado el perfume de marras.

8/09/2007

Mis problemas de la A a la Z. Problema A: Argentina

Me encanta Argentina y su gente. En el podio de mis mejores amigos hay uno de ellos, viví con una argentina que le reza a Papá Lindo para que me libre de todo mal, gocé mucho mi estadía en Buenos Aires, comí en el restaurante favorito de Piazzolla, estuve en un partido Boca-River en el Monumental, oí tocar a Néstor Marconi en el Club del Vino, tengo una guitarra firmada por Santaolalla y algo me recorre la espalda cada vez que oigo "Adiós nonino". Además, no nos piden visa. Afortunadamente, puedo contar versiones de todo lo anterior acerca de otros países, empezando por el mío.

Pero hay algo que no entiendo. ¿Cuál es la obsesión de algunos colombianos de todos los estratos -principalmente de la región andina- con Argentina? (O mejor dicho, con Buenos Aires)

Vamos por partes.

1. Buenos Aires es una cosa y el resto de Argentina es otra. Un breve paseo por los barrios de la periferia de Buenos Aires le recuerda a cualquiera que no todos en Argentina tienen pinta de europeítos y, mucho menos, el poder adquisitivo de la Unión Europea -esto lo digo para los que con sus patrones racistas creen que parecer europeo es algo bueno por sí mismo-.

En cuanto al acento, sólo hace falta oír hablar a un cordobés o a un tucumano para darse cuenta de que Argentina es un país enorme con diferentes identidades y que los porteños son apenas una de ellas.

Si alguien duda de lo anterior, puede confirmarlo con el mapa.

Si le da pereza el mapa pero tiene alma de mamerto (un segmento de la población que sufre de mal de vereda agudo -ver punto 4), ponga una canción de Mercedes Sosa para que note su carencia de acento porteño.

2. Copiamos lo que podemos de Argentina, pero no lo que deberíamos:

El caso de mostrar es el del fútbol. El comentarista
deportivo Carlos Antonio Vélez, oriundo de Manizales, insiste en poner
un tonito porteño en sus narraciones y comentarios.

Que se sepa, el señor Vélez no es hijo de argentinos ni pasó en ese país una parte importante de su vida como para decir que se le pegó el acento.

Las barras de los estadios, particularmente en Bogotá, toman himnos de los estadios argentinos, les cambian las letras para que digan "Santafé" o "Millos" y listo.

¿Por qué en lugar de copiar cancioncitas o acentos, no podemos entrenar a nuestros jugadores de fútbol para que jueguen como Riquelme, Verón, Mascherano o cualquier otro?

A punta de cancioncitas y acentos no vamos a ganar ningún campeonato.

3. Los "clásicos": Otra entrada futbolística. No falta el locutor deportivo que dice que un partido Colombia-Argentina es un clásico. Qué pena, pero no. Un clásico es Argentina-Brasil, Italia-Alemania, o cualquier otro partido en el que intervengan selecciones en las que haya al menos dos copas mundiales.

Sí, sí, sí, Colombia tuvo una racha de buen fútbol en los años 90, y el 5-0 fue emocionante -aunque sólo fue una batalla gloriosa de una guerra que terminó por perderse. Esto del "clásico" es otro intento por igualarnos con palabras y no con hechos.



4. El mal de vereda: Según el blog
El juglar del Zipa, la segunda acepción que define este mal es: "Actitud generalizada del pueblo colombiano frente al argentino que se manifiesta como una desproporcionada admiración. Por ejemplo: «Matías, cuando te digo que puedes ser modelo, presentador de espectáculos, comentarista deportivo, locutor de radio y televisión, actor, futbolista, músico, director de arte, creativo publicitario o parrillero profesional en Colombia con solo mostrar tu pasaporte no te estoy mamando gallo»".

Este parece ser un secreto más o menos bien guardado entre algunos argentinos que hay en Colombia y que no quieren que el país se inunde de compatriotas varados en busca de trabajo. Si algún cartonero en Argentina está leyendo esto, queda advertido. Si usted quiere seguir recogiendo cartones en lugar de venir aquí a que le besen los pies, es culpa suya.

Así pues, Matías y su coterráneo cartonero tienen un gran futuro en Colombia.

Es cierto que Argentina es el país de Gardel, Fontanarrosa, Quino, Cortázar, Borges, Valeria Mazza, Maradona -exclusivamente en su faceta de futbolista-, la mejor carne del mundo y una pizzas mejores que las de Italia. Pero también es el país de Susana Giménez, Galtieri, la Noche del10, la Junta, la Triple A, Grande Pa, la pizza de Ugis y, peor aún, de la cumbia villera (que tiene de cumbia lo que el churrasco de Guarinocito tiene de churrasco).

* * *
Finalistas: Antioquia, Almanaque Bristol, Asociaciones de Padres de Familia, Aeropuertos.

Ya le llegará su turno a París y a Miami, porque en la próxima entrega me voy con todo contra la letra B.